Essencia

Cuando las temperaturas bajan, es habitual pasar más tiempo en casa con la calefacción al máximo. Este hábito, sumado a las duchas calientes, favorece la apariencia de piel seca, ya que el sebo, nuestra capa protectora natural, empieza a descomponerse a partir de los 34ºC, así que ojo con esas duchas de agua hirviendo…. Además, el contraste entre el frío del exterior, el viento y los ambientes cálidos en interiores genera estrés en la piel, provocando sequedad y daños.

Lamentablemente, algunos aspectos del estilo de vida moderno también han alterado la función barrera de la piel. Los agentes limpiadores agresivos eliminan los microbios beneficiosos y los aceites naturales, mientras que los conservantes químicos y una dieta procesada empeoran la situación. Como resultado, aumentan los trastornos cutáneos como el eccema, el acné y la dermatitis.

Piel seca vs. piel deshidratada

Existen dos tipos principales de sequedad cutánea:

– Piel seca lipídica: Caracterizada por una baja producción de grasa, se puede considerar una patología de la piel. Suele verse apagada y con sensación tirante. Aparecen arrugas con mayor facilidad.

– Piel deshidratada: Resultado de una deficiencia de agua o incapacidad para retenerla. Incluso una piel grasa puede estar deshidratada. Es una afección temporal que puede pasar desapercibida. Los principales síntomas incluyen descamación, picores y la aparición prematura de líneas de expresión. En invierno, es común sentir la piel más tirante debido a la mayor pérdida de agua transepidérmica (TEWL). Una forma fácil de saber si tenemos la piel deshidratada (la mayoría de la población la tiene) es cogerse un pellizco en el pómulo haciendo una línea entre dos dedos y mantener una suave presión. Si al soltar se queda una arruga, mi piel estará deshidratada. s

Cómo proteger tu piel en invierno

Desde nuestra tienda online de cosmética orgánica y probiótica, te recomendamos una rutina que fomente la restauración natural del sebo y fortalezca la barrera cutánea:

1. Incorpora omega-3 a tu dieta:  Toma un suplemento con al menos 600 mg de ácidos grasos EPA y DHA para una mejor biodisponibilidad.

2. Consume grasas saludables: Integra alimentos como semillas, frutos secos, aguacate y nuestro indispensable aceite de oliva virgen extra.

3. Refuerza con magnesio y zinc: Estos minerales estimulan la producción de ácido hialurónico, clave para mantener la hidratación.

4. Aplica tratamientos probióticos: El Probiotic Serum  mejora la barrera cutánea y minimiza la pérdida de agua. Complementa con probióticos orales si es necesario.

5. Evita limpiezas excesivas: Usa limpiadores suaves con pH equilibrado y evita exfoliantes abrasivos y jabones en pastilla. Si tienes dudas la Sensitive Cleanser es tu limpiadora.

6. Cuida tu hidratación según tu tipo de piel:

   – Para piel deshidratada, utiliza un sérum de ácido hialurónico.

   – Para piel seca lipídica, opta por hidratantes nutritivas con manteca de karité o aceite de semillas de melón de Kalahari y con ácidos grasos omega.

7. Elige siempre aceites naturales: Los aceites orgánicos son absorbidos por la piel, a diferencia de los derivados petroquímicos que rompen la barrera de la piel, dejan un desierto microbiano y muchos son disruptores endocrinos. Nuestro truquito para este invierno: añadir a tu hidratante por la mañana un par de gotas del Sensitive Protect Oil.

8. Evita atmósferas artificiales: Si no puedes escapar de ambientes secos, utiliza una bruma hidratante durante el día.

9. Bebe agua!!

Este invierno, cuida tu piel de manera consciente y natural. Mantén una rutina equilibrada y elige productos que trabajen con tu piel, no contra ella. 

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